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Mario Kreutzberger: “Tengo ganas de vivir a concho el tiempo que me quede”

Se le ve bien a través de Zoom. Un chaleco blanco resalta un rostro que aparenta un poco menos de los 80 años que acaba de cumplir el 28 de diciembre. Dice que en Miami son dos horas menos que en Chile. Que a las cinco y media empieza a oscurecer. Que aunque es invierno en el hemisferio norte, se trata de un invierno tropical, con temperaturas de 20 grados. 

A los chilenos se nos olvida que hace 35 años que vive en Estados Unidos. Antes viajaba más seguido. Dos veces al mes. Luego una vez al mes. Casi siempre por la Teletón o por un evento importante. Como para el terremoto del 2010 que lo trajo, justamente, a Talca a ver los daños en el hospital, el recinto donde nació en 1940. 

Mario Kreutzberger es una figura omnipresente en la cultura televisiva y social chilena. Siempre está aunque no esté. 

Y con Talca sucede algo similar. Solo vivió hasta los cuatro años, pero él se encarga de mantenerse presente. Habla con cariño de la ciudad, de sus pocos pero buenos recuerdos, de las veces que ha vuelto, del centro Teletón, de “Las viejas cochinas”, del Hotel Claris, de un incendio en la fábrica de fósforos. 

Cuenta que alguna vez le hicieron un homenaje, no recuerda qué tipo de reconocimiento ni la fecha, pero que fue en el Teatro Municipal, refiriéndose tal vez al TRM. Trató de googlear la noticia. Encontró que había muerto el 2020. También se topó con un reconocimiento a Francisco Antonio Encina. “Tiene que haber sido mucho más que yo”, dice con humor. 

Le comento que hay un video en Youtube de una nota que le hizo Univisión donde se le ve recorriendo algunos lugares de la ciudad, y que el registro aparece como “Talca, el pueblo donde nació don Francisco”. Se lo toma casi como una ofensa y responde: “Es un gallo que no sabe que un lugar que tiene, en ese entonces, más de 200 mil habitantes, no puede ser un pueblo”. 

No es fácil mantener recuerdos de los cuatro años. Mario Kreutzberger los tiene. “Tengo algunos muy marcados. Tengo recuerdos de pasear por la plaza de Talca, todavía con mi hermano recién nacido y yo tomado de la mano de mi mamá. Porque mi hermano tiene cuatro años menos, entonces se tiene que haber venido de meses de Talca a Santiago”.  

De esos recuerdos, de su vida en pandemia, de la Teletón por supuesto, y de cumplir 80 años habló con Diario Talca.

Primeros recuerdos

“El primer recuerdo de mi vida es que hubo un incendio en la fábrica de fósforos y de tabaco de Talca, no me acuerdo cómo era, cómo se llamaba por esos años. Mi padre me llevó no al incendio, sino a pasear por ahí. Yo vi esta devastación (…) en mi retina quedaron esas imágenes. Pero cuando iba volviendo, pasamos por unas canchas de tenis, y recuerdo que en la cancha había una moneda.

En ese entonces las monedas eran de plata, estoy hablando del año 1943, o comienzos de 1944, no sé exactamente. Mi papá limpió la moneda, le echó un escupito y la metió en mi pantalón. Y por qué cuento esta historia, porque yo hasta el día de hoy, donde me encuentro una moneda, me agacho, la recojo, le echo un escupito, y la guardo en mi pantalón”.

¿Por qué mis padres llegaron a Talca? Estamos en medio de la guerra (…) Mucha gente huía de Alemania. En especial mi familia que era de judíos alemanes  (…) Habían muchos inmigrantes alemanes en Santiago. Dicen que en la Plaza de Armas, así como hoy se escucha mayoritariamente hablar con tonalidad peruana, en ese momento solo se escuchaba hablar alemán. Entonces me imagino que el gobierno decidió ir trasladando a la gente por distintas ciudades de Chile.

No tengo ninguna información con respecto a esto, porque nunca lo estudié, pero me imagino que a algunos  los enviaron más al sur, porque ahí vivían colonos que habían llegado hace cien años, y a otros grupos los tiraron más entre Santiago y Concepción”. 

“En Talca había una comunidad de alemanes, serían 15 o 20 familias, que es la razón por la que mis papás llegan a Talca. Mi padre estuvo en un campo de concentración, así es que llegó un poco más tarde que mi madre. Mi madre estuvo un tiempo en Santiago con su madre y cuando mi padre llegó lo destinaron a Talca, y se vino”. 

“¿Cómo él vuelve a Santiago?, tampoco tengo los antecedentes, pero sé que cuando yo tenía cuatro años se va a Santiago, se separa de un socio que tenía con el cual se habían encontrado en Panamá (…) A los dos los derivaron a Talca e hicieron un pequeño negocio que se llamó La Americana que vendía ropa de hombre”.

“A mi padre lo trataron muy bien como extranjero cuando llegó a Talca. Porque incluso el tipo que le arrendó la pieza o la casa -yo vivía en 1 Sur con 1 Oriente, no sé si fue el primer o segundo lugar- le prestó el dinero para la garantía (…) Y mi mamá que había sido cantante de ópera en Europa y que por esto de la guerra no había podido ejercer su sueño, su vocación, y que tocaba el piano, muchas veces le cantaba a otras señoras aquí en Talca, que eran sus vecinas y alguna tenía un piano.

Mis padres siempre me contaron que sus años en Talca fueron muy buenos. Por lo tanto recuerdo haber regresado cada año a Talca cuando ya mis padres pudieron tomar vacaciones. La primera vez cuando yo tenía 9 o 10 años recuerdo haber pasado por Talca, y había algunas personas allá que ellos conocían y los pasaban a ver”. 

“Me acuerdo que había un negocio donde íbamos a tomar helados, que fue muy conocido hasta hace poco, una heladería famosa de Talca…Palet…mis padres me llevaban a tomar helado a Palet. Y cada vez que yo iba a Talca pasaba a tomarme un helado”. 

Relación con Talca

“En algún tiempo tuve una pequeña participación en una viña, que ya no la tengo, que se llama Vía Wine, pero principalmente yo estuve muy interesado en que se hiciera el instituto de rehabilitación de Talca. Donde colaboró de manera importante el señor Álvaro Saieh, que también es talquino, y todavía estamos muy interesados en que él nos ayude con el centro de Talca. Porque el centro de Talca tuvo problemas de construcción, y todo eso se solucionó porque él hizo un aporte para arreglar esas cosas”.

“Para mí Talca tiene un gran significado porque, está bien, me fui de ahí muy chico, gran parte de mi vida no la viví en Talca, la viví en Santiago, pero uno nunca olvida el lugar donde nació. Incluso en los libros que escribí hablo de Talca, hablo de mi infancia, de mi nacimiento, de una serie de cosas (…) Y hace poco cuando fue el terremoto, fui a Talca y vi toda esa devastación; cuando se inauguró el nuevo hospital también fui.

Así es que siempre he estado en contacto, cada vez que yo puedo pasar por Talca…paso. Y estuve donde ‘Las viejas cochinas’… Y recuerdo a una paciente de la Teletón, era como la niña imagen de Talca, que estaba ahí al lado de ‘Las viejas cochinas’, en el río (…) Había un restorán italiano, no sé si estará todavía, que también yo lo visitaba bastante, era uno de los mejores”. 

“Muchas veces con Mandolino viajábamos (a Talca). Y había dos hoteles, el Claris y el Hotel Plaza. El Claris era más modesto, tenía dos piezas con un baño, había que compartir el baño. Yo me imagino que el Claris ya no existe porque hay otro hotel que construyeron de varios pisos de altura…”.

“He recorrido siempre Talca con mucho gusto. En el último tiempo, cuando tenía más actividad televisiva, me era difícil caminar por las calles libremente, porque era una novedad que yo estuviera ahí, entonces todos querían hablar conmigo. En los tiempos anteriores, en los comienzos de la televisión, yo me paseaba libremente por todas las calles”. 

“Creo que una vez me hicieron un reconocimiento, lo tengo guardado con mucho orgullo, hay un teatro municipal en Talca, y en ese teatro me entregaron algo, no recuerdo si era “Hijo Ilustre”, no lo tengo claro, pero algo me entregó una vez Talca. Porque recuerde que yo iba todos los años a Talca por el tour de la Teletón”.

Cumplir 80 años en pandemia

“Aquí ha habido algo muy especial porque no solamente estoy cumpliendo 80 años. Llevo en cuarentena un año, dejé de trabajar en la televisión habitualmente como lo hacía, es un cambio de vida muy grande, muy profundo, entonces creo que esto me ha marcado, esta fecha me marca, porque no es lo mismo estar un año en cuarentena a los 50 años que a los 80 años.

Porque a los 80 años a lo mejor es el 30 por ciento de tu vida, de la que te queda, o el 50. En cambio a los 50 años puede ser, que sé yo, el 20 por ciento de la vida, el 25 por ciento, le queda todavía otro 50 por ciento, es muy diferente. Y el hecho de estar confinado, porque a esta edad estamos en la primera línea de contagio, tenemos que cuidarnos mucho. Y eso es lo que estamos haciendo”. 

“Estamos viviendo una guerra bacteriológica. En 1918 cuando viene la pandemia de la gripe española, si tu miras uno de los avisos dice: cúbrase el rostro, póngase una mascarilla, lávese las manos todas las veces que pueda, desinfecte sus manos.

Entonces yo digo: han pasado 100 años de un mundo en que prácticamente no existía si quiera el automóvil, malamente la luz eléctrica, el hombre en ese entonces vivía 52, 53 años, en término medio, y hoy está viviendo 82 años, todo ese avance se detiene frente a un virus. Y el virus se trata igual que hace 100 años.

Eso de alguna manera muestra lo vulnerable que somos los seres humanos todavía. Y ahí hay muchas preguntas que uno se hace según su fe o no fe. Pero es bueno preguntarse cómo es posible que hayan aparecido tantas cosas”

“Claro, ha habido un avance, pero igual el primer año esto fue una guerra bacteriológica mundial, porque las consecuencias de lo que está pasando con esta pandemia, se van a sentir por mucho tiempo. Y a usted cuando le pregunten dentro de 20 años alguna historia, su interlocutor le va a preguntar: ‘¿eso fue antes o después de la pandemia?’. Porque la pandemia queda colocada en el mundo, en su vida, y en la vida de los 7 mil 500 millones de personas o más que viven en este mundo, como un hito inolvidable”. 

“Yo tengo 9 nietos. Mis nietos son todos adultos. Tienen entre 23 y 34 años. Algunos de estos nietos ya están casados, emparejados o enamorados. Mi hijo menor tiene 53 años, mi hija tiene 55, y el mayor tiene 57. Yo tengo una vez por semana, ahora virtualmente, una conversación con la familia, por Zoom, y les pregunté qué iba a pasar con el mundo después de la pandemia.

Primero me preguntaron qué opinas tú. Yo dije, para mí esto es un cambio muy grande, yo veo que la humanidad tiene que cambiar y existir un mayor equilibrio social, se tienen que buscar fórmulas para que las mayorías estén más satisfechas, conté una serie de cosas. Mis hijos dijeron ‘este es un resfrío fuerte, hay que cuidarse, y van a haber problemas económicos’. Mis nietos en su mayoría dijeron ‘este es un resfrío, va a pasar como todas las cosas han pasado y el mundo volverá a ser lo que el mundo es’. Y yo me quedé finalmente después de meditarlo con la respuesta de mis nietos”. 

“Soy optimista y pesimista, porque mis nietos dicen que el mundo no va a cambiar, que todo va a seguir igual. Y a mí me gustaría que cambiara, que mejorara, que nosotros hayamos aprendido de este dolor, de esta frustración que siente la gente, de este miedo, de estas necesidades que está sufriendo la mayoría del mundo, yo siento eso. Pero me quedo con la opinión de mis nietos al final.

Es posible que yo lo vea de manera tan profunda porque me queda poco hilo en la carretilla. Pero a los que les queda más hilo… tengo que yo proyectarme a los 20 años, qué estaría pensando yo si tuviera 25, 28  o 30 años”.

La muerte

“La muerte a uno le preocupa siempre. Uno piensa hasta qué poner en su…epitafio. A mí me gustaría que pusieran: ‘se murió el último día a última hora’. Porque uno quiere vivir. Y justamente el libro que estoy escribiendo se llama ‘Con ganas de vivir’. Porque sí, yo he recibido muchos reconocimientos, me ha ido muy en la vida, en otras no tan bien, he tenido momentos alegres, he tenido momentos tristes, he tenido éxitos y derrotas, como la vida misma, pero todo eso ya pasó, lo importante es qué va a pasar mañana, por eso le puse ‘Con ganas de vivir’, porque yo tengo ganas de vivir a concho el tiempo que me quede, en las condiciones que pueda todavía aportar.

Que usted sienta, por ejemplo, que yo pueda ser un aporte en su diario con esta entrevista a mí me deja muy contento, el que yo pueda ser un aporte a la gente en alguna iniciativa de la cual participe, que yo pueda traspasar con orgullo y éxito los 42 años en que he tenido la fortuna de ser parte de la Teletón y que la Teletón viva 40 años más…”.

La Teletón

“El otro día escuché una entrevista de un miembro del gobierno que hablaba de todo lo que había hecho el Senadis (…) y nombró varias instituciones y dijo varias cosas. En algún momento la persona que le hacía la entrevista le pregunta por la Teletón, y dice ‘sí, la Teletón hace un buen trabajo con niños y adolescentes’. No le quise contestar, pero ahora, después de haber hablado con usted, le voy a contestar.

Ese señor se olvidó de lo más importante, que si no hubiese sido por la Teletón no hubieran existido el Senadis y el Fonadis. Porque la Teletón lo más importante que ha hecho no es atender las 132 mil familias.

Lo más importante que ha hecho es que le dio visibilidad a la discapacidad en Chile, que es el 20 por ciento de la población. Y eso no lo hizo don Francisco, no lo hizo solo la televisión chilena, ni los animadores que lo acompañaron, eso lo hizo Chile, porque la Teletón es una obra de todo Chile. Y todo Chile la tiene que mantener o, sino la quiere, todo Chile la va a destruir.

Es así la cosa. Pertenece a Chile, el dueño es Chile. No hay nadie dueño de la Teletón. Todo lo que se ha construido le pertenece al Estado de Chile, en cualquier momento en que no podamos contar con todo Chile de apoyo, tiene que pasar al Estado y que pase lo que Dios quiera. Pero nuestro sueño es otro, que Chile siga apoyando esto, porque esto es un orgullo para Chile en el mundo, creo que esta es la obra de comunicaciones hecha por un país, más importante de todo el mundo y además, le insisto, creo que nosotros fuimos los primeros, con éxito, en medio de la pandemia, de hacer una Teletón virtual que nos ha permitido seguir atendiendo durante todo el 2020”. 

 

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