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El circulo virtuoso de los archivos

Podría ser el archivo musical más antiguo de Talca. Un fino repertorio operático y coral de autores europeos, pero también manuscritos de compositores talquinos del siglo XIX, hallados en la iglesia Apóstol Andrés de Talca, construida en 1840.

La historia de dos sopranos talquinas, las hermanas Letelier, asoma en el repositorio descubierto como evidencia de la cultura musical de Talca, dice el académico José Miguel Ramos. “Hay música escrita acá como el dúo de ‘Las colegialas`, compuesto por Telésforo Cabero, compositor de ópera italiana avecindado en Talca”, adelanta el pianista y doctor en historia de la música, autor de una tesis doctoral sobre la actividad musical de Ciudad Trueno en el siglo XIX y comienzos del XX. Las hermanas Letelier eran tan famosas que estaban invitadas a todas las tertulias, a todos los salones privados y a las iglesias, y al teatro, tanto así que Telésforo les escribió una opera y esas partituras originales se encuentran en el corpus del Hospicio.

La iglesia fue saqueada antes y después del terremoto de 2010, pero no se llevaron este valioso corpus musical y tampoco un par de armonios de la época que guardan el padre Luis Alarcón y Teobaldo Olave.

Del repositorio hallado por el investigador salió su tesis de magister y luego doctoral, y da cuenta de la música que se hacía, profana, no sólo religiosa, también de salón y por supuesto denotaba la influencia creciente de la ópera italiana, perniciosa y fresca. Aun así la iglesia contrataba a compositores civiles. Porque se interpretaba en iglesias antes que existieran los teatros. Las iglesias eran los espacios de cultura que conocemos hoy, aunque también estaban las chinganas en los círculos populares. A mediados del siglo XIX la educación seguía en manos de la Iglesia y ambos, con el Estado, eran uno solo hasta1925.

Laboratorios

El dossier de partituras es un pequeño secreto de la iglesia Apóstol Andrés, casi invisible hoy en la Avenida Ignacio Carrera Pinto, adosada al Hospicio, la casa de orates.

Hay esfuerzos por rescatar su encanto, como el proyecto de rehabilitación que emprendió el arquitecto Andrés Morales y Arbotante. Este corpus se convirtió -por alguna razón que desconocemos- en el único archivo que sobrevivió a los incendios y calamidades de las otras iglesias, teatros y salones, asegura Ramos. El viernes 18 de diciembre de 2020 fue trasladado en dos grandes cajas a los laboratorios del Centro de Documentación Patrimonial de la Utalca, para su inventario y catalogación, y en marzo se podrían iniciar procesos de conservación preventiva y digitalización. El material estará disponible pronto para consulta, y en este caso para su interpretación en vivo, completando el circulo virtuoso de la comunicación patrimonial.

Según Andrés Morales, es muy probable pensar en un espectáculo de ópera talquina en la hermosa iglesia rehabilitada. Voces interpretando esas partituras que no se oían desde hace 100 años. Los coros de la iglesia, del Liceo Abate Molina, de la Universidad de Talca. Esto es lo relevante para la historia de las ideas y de la cultura. Va más allá de ese lugar común al que llamamos “rescate patrimonial” y que muchas veces está vacío por dentro. En este caso tenemos la suerte de completar el circulo.

Según los trabajos de investigación de Ramos, en las partituras hay obras timbradas por el Seminario Agustino, la orden de la Mercedarias terciarias, el Convento de Santo Domingo y el Seminario de San Pelayo (desde donde se arrancó Pablo de Rokha), sin encontrar ejemplares pertenecientes a la iglesia catedral de la ciudad destruida completamente en el terremoto de 1928. Luego del éxodo definitivo de las religiosas francesas en 1972, el templo se convierte en parroquia Apóstol Andrés el 29 de julio de 1984. Estuvo en manos de los militares, y luego pasó a ser propiedad de la Diócesis de Talca en el año 1989.

Interdisciplinar

Otro punto interesante es el trabajo interdisciplinar que se produce al interior de la Universidad con el patrimonio documental que es gestionado por el Centro de Documentación, dice Pedro Emilio Zamorano, doctor en Historia del Arte y director del Instituto de Estudios Humanísticos.

Los archivos ingresados a estos laboratorios acaparan múltiples miradas de especialistas: desde la Escuela de Música a la conservación, el archivo y la comunicación del patrimonio. Al interior de la Universidad se produce esta simbiosis que estimula el circulo virtuoso y que trabaja en colaboración y complemento de saberes.

Según la tesis de Ramos, el Hospicio es fundado por los Agustinos y estará ligado a ellos hasta la llegada de las mercedarias francesas en 1902. El lugar elegido es el fundo “Las Hortensias”, del sector la Florida, donado por Dolores Cruz y Cruz en testamento fechado el 27 de junio de 1894. En la iglesia fueron guardando estos manuscritos musicales, desde el periodo de administración del hospicio por parte de los agustinos hasta que las mercedarias francesas lo abandonan en 1972.

La música fue adquirida por diferentes conventos de Talca para su interpretación. Por ejemplo, el caso de Trisajio a dos voces escrito por Celerino Pereira, interpretado el 23 de septiembre de 1888 y conservado actualmente en el corpus de la iglesia del Hospicio. También figuran copias de autores como Lázaro Núñez-Robles, Telésforo Cabero e Inocencio Pellegrini. Además figuran varias misas del compositor Luigi Bordese, aporta Ramos.

El corpus musical de la iglesia del Hospicio de Talca, no sólo entrega información de quienes eran los principales actores en la actividad musical, sino que además entrega evidencia de la fuerte influencia de la ópera italiana que invadió los templos de la ciudad a través de la circulación de partituras desde Santiago y dentro de los mismos conventos locales.

“Para ser copeadas”

Son numerosas las partituras en que se indica que han sido “prestadas para ser copeadas” desde los seminarios a las monjas mercedarias, a cargo del hospicio en el periodo comprendido entre 1902 y 1916, donde funciona el noviciado.

Se trata de composiciones de músicos que desarrollaron su actividad en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, europeos en ediciones impresas o copiadas y diversos compositores nacionales o radicados en Chile, de cuya actividad conocemos fundamentalmente gracias a la biografía de Pereira Salas y los estudios de Rondón, Vera y Cabrera.

Según Pereira Salas, el dinamismo que se advierte en el país alrededor de 1870 lleva aceleradamente a una renovación de las salas de espectáculos y a la construcción de teatros (como el Municipal de Santiago y más tarde en Talca), que facilitan la existencia simultánea y conjunta de los diversos géneros líricos en auge, siendo precisamente la ciudad de Talca un buen referente de ello al contar con un teatro que no sólo fue espacio para las artes dramáticas, sino también de compañías como la de Ernesto Risso, que alternó las funciones dramáticas con algunas zarzuelas.

La compañía de Risso es un fiel representante del influjo que el dramatismo italiano dejaba en Chile, como también lo hiciera la gira organizada por el empresario Ducci, que luego de formar un conjunto de ópera-concierto visitó la ciudad en 1881.

Pero es quizás la figura del conocido maestro Rafael Pantanelli la que mayor relevancia tuvo en la ciudad, ya que con posterioridad a perder su fortuna en malogradas especulaciones mineras, fundó en Talca una sociedad musical en 1869.

El estudio de las partituras que componen el corpus de la iglesia del hospicio de Talca y la contextualización histórica hecha para establecer dónde y cómo se insertaron en la vida de la ciudad, no son suficientes para conocer cabalmente las prácticas musicales talquinas en el siglo XIX y comienzos del XX, sin embargo, esperan ser un aporte en lo que se considera una gran deuda de la historiografía tradicional en torno a la historia de las artes en general fuera de la capital.

Es cierto que Santiago ha generado la mayor cantidad de información para construir la historiografía musical de Chile, pero son escasos los aportes que consideran las prácticas musicales en la zona central durante el siglo XIX que no se basen en la actividad musical de tradición oral, sin abordarse el estudio de la música escrita en forma integral.

Estudiar la música en regiones es una tarea ardua que deberá abordarse con urgencia en un futuro cercano, describe Ramos. Ya se están dando los primeros pasos.

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