En un probable escenario de control de pandemia y retorno gradual de la normalidad de las actividades económicas del país (segundo semestre), Chile comenzaría su recuperación en 2021 con un crecimiento estimado entre un 6 y 7 por ciento (IPoM marzo 2021). Sin embargo, este crecimiento no logrará compensar la caída económica 2020, por lo que seguiremos en un nivel de producción parecido al de 2018, el que se podría superar recién en 2022 y retomar así una senda real de crecimiento y bienestar.
La evidencia histórica es que países con un tamaño relativamente pequeño de su economía pueden superar más rápidamente las crisis económicas, por lo que es de esperar que post pandemia Chile retome con vigor su actividad, se recobren las confianzas, aumente la inversión y con ello la producción y el empleo.
De hecho, el BCCH estima en IPoM de marzo que en 2021 la inversión aumentaría un 9,2%, el consumo un 11,5% y las exportaciones un 3,5%, lo que continuaría en 2022, claro a tasas un poco menores dado que aumenta también la base de comparación.
No obstante las positivas proyecciones de crecimiento, la recuperación del empleo será lenta, el impacto que ha provocado la crisis sanitaria en la capacidad productiva del país es brutal, la caída de las inversiones y la adaptación del empresariado a niveles más bajos de producción ha provocado gran prescindencia de mano de obra. Es así como el desempleo se alza a niveles históricos de dos dígitos pudiendo llegar al 20% si se considera adicionalmente la suspensión temporal obligatoria del contrato de trabajo y el subempleo.
En este contexto, la Política Fiscal expansiva será fundamental para sostener tales estimaciones, esto dado a que la Política Monetaria ya ha aplicado en 2020 las medidas en extremo expansivas que se evidencian con una tasa de interés de referencia de solo 0,5%, lo que representa el mínimo técnico para este tipo de instrumento, no quedando mayor margen de estímulo monetario, por lo que el mayor peso relativo de la recuperación 2021 se ubica en la Política Fiscal donde el Ejecutivo pretende focalizar su esfuerzo en la reactivación del empleo y el apoyo a las Pymes, lo que ha denominado “Presupuesto 2021 del Trabajo y la Recuperación”, con un alza histórica de asignación de recursos al Ministerio del Trabajo y Previsión Social.
Este esfuerzo fiscal tendrá un costo importante para el país, más aún con un Balance Fiscal que viene arrastrando un déficit sostenido y creciente durante los últimos años, acentuado a partir del estallido social y posterior pandemia, lo que ha llevado a un déficit fiscal efectivo histórico acumulado en 12 meses a febrero de este año de un 7,9% del producto, donde los gastos del Gobierno han crecido significativamente a un 27,8% del PIB, situándose el gasto público por sobre los US$73.000 millones, mientras que los ingresos han disminuido gradualmente y representan solo el 20% del PIB, lo que conlleva al aumento de la deuda pública que se estima este año bordeará el 40% del PIB y, con este ritmo de gasto, podría superar el 70% en 10 años más.
Esto se hace coherente con el paupérrimo potencial de crecimiento tendencial y, por ende, la posibilidad de generar ingresos al Fisco, que para este año el comité de expertos de la Dirección de Presupuestos de Chile (DIPRES) lo ubica en solo 1,5%. Cabe señalar, que este crecimiento tendencial representa la trayectoria ideal de una economía en condiciones normales, es decir, sin tomar en consideración los efectos coyunturales locales o externos. Este indicador se toma como base para la elaboración del presupuesto nacional, por lo que esta cifra da cuenta que el potencial de producción del país está muy mermado, fundamentalmente por la baja inversión privada de los últimos dos años.
